“La Cuaresma es el tiempo privilegiado
de la peregrinación interior
hacia Aquél que es la fuente de la misericordia.
Es una peregrinación
en la que Él mismo nos acompaña
a través del desierto de nuestra pobreza,
sosteniéndonos en el camino
hacia la alegría intensa de la Pascua.
Incluso en el «valle oscuro» del que habla el salmista,
mientras el tentador nos mueve a desesperarnos
o a confiar de manera ilusoria en nuestras propias fuerzas,
Dios nos guarda y nos sostiene”.
(Benedicto XVI)